El Campeonato de Europa, escenario del segundo asalto

A poco más de dos semanas de que dé comienzo para el XV del León el Rugby Europe Championship en el Estadio Nacional (para los amantes del rugby no tan moderno, como yo, el Campeonato de Europa en el Central), toca analizar brevemente qué vamos a ver o en qué deberíamos fijarnos en dicho torneo en lo que será la segunda parte de este particular «año cero» para nuestra selección. Tras las buenas y, para mí, inesperadas sensaciones arrancadas tras los partidos contra Namibia y Samoa en la ventana otoñal, llega la hora de demostrar en el torneo regular que noviembre no fue un espejismo y sí la base sobre la que reconstruir los cimientos que quedaron más que dañados tras la infame jornada de Bruselas. Pero además, y dejando a un lado por un momento la parte meramente deportiva, el destino ha hecho que los tres partidos que España jugará en casa (todos en el Central de Madrid) sean contra los tres equipos que más involucración directa tuvieron en aquellos acontecimientos.

El viaje comenzará el 10 de febrero contra Rusia, el equipo que representa a la federación que, tras la denuncia de Alemania a Bélgica por alineación indebida, abrió la caja de los truenos y acabó por llevarse la tajada del Mundial. Tras el año esperpéntico que han tenido casi todos los equipos europeos del antiguo Seis Naciones B, Rusia es la que, lógicmanete, más ha crecido. El hecho de abrir el Campeonato del Mundo en Japón el próximo otoño le ha dado (y le han dado) el impulso necesario que necesitaba el rugby ruso para salir de su cueva. A pesar de no empezar nada bien en verano en su gira norteamericana con derrota frente a Estados Unidos, ganó después a Canadá para luego en otoño vencer a Namibia y quedarse a las puertas de ganar a Japón. Hay que estar atentos a la convocatoria de Santiago Santos, ya que para España, este es el partido que marcará el camino: si se gana, la moral y el continuismo de noviembre se verían reforzados de cara a la segunda jornada.

Una semana después, España viajará a Tiflis para enfrentarse a una Georgia que, para entonces, ya debería estar apuntalando las últimas incorporaciones a su equipo mundialista. Es ese, precisamente, el riesgo que conlleva la segunda jornada: una motivación extra para los jugadores que salten al estadio Avchala para certificar su inclusión en la lista final o, en el peor de los casos, de tener posibilidades de estar en ella. Para España, por el contrario, este sea quizá el partido más cercano a portar la etiqueta de «trámite necesario», pero que puede ofrecer muchísimo más al grupo de cara al futuro de lo que el resultado pueda decir. No sería ninguna tontería tomárselo como una especia de test match invernal contra el que, a todas luces y con permiso de Rusia, es el claro favorito para llevarse el torneo.

El 3 de marzo llegará al césped de la Complutense el partido más delicado de todos: Rumanía. Y digo delicado por no poner otro adjetivo, ya que es la fecha que muchos han marcado en el calendario desde hace meses y por distintos motivos. Los hay que lo verán como una ocasión para dilucidar quién ha salido más entero de las descalificaciones del Mundial, otros apostarán por curar viejas heridas, mientras que la mayoría querrán cerrar en lo deportivo la mayor catástrofe que ha dado el rugby moderno a ambos conjuntos. En un enfrentamiento que se antoja más que necesario por la urgencia de pasar página, España tiene la posibilidad, y casi el deber, de demostrar que la progresión y el sorpasso a los rumanos de 2018 no es solo pasado, sino también presente y futuro.

En la cuarta jornada, el 10 de marzo, España repetirá como local ante Bélgica. Como si de una mala efeméride se tratase, el partido será de nefasto recuerdo para todos y todo dependerá de cómo se haya solventado la jornada anterior. Si el XV del León ha plantado cara a sus rivales en las tres primeras fechas, las más difíciles, Bélgica no debería suponer ningún contratiempo para asegurar una victoria que debería de haber dejado de ser vital a esas alturas.

En la última jornada, tocará visita a una Alemania en horas bajas. La reconstrucción a trompicones para llevar con alguna garantía a la repesca mundialista a la que llegaron los teutones en los despachos quedó pronto en entredicho. La victoria ante Portugal no escondió la debacle a la que se abocaba contra Samoa una selección que no había ganado ningún partido el pasado campeonato. La retirada de la financiación por parte del ricachón Hans-Peter Wild, prestada solo para afrontar la posibilidad de clasificación al Mundial, parecía dejar de nuevo a la selección alemana en una posición difícil que no debería incomodar a España, pero la convocatoria alemana publicada recientemente cuenta con muchos de sus mejores jugadores, por lo que España tendrá que llegar a Alemania con los deberes hechos.

A tenor de lo observado en los últimos partidos contra Samoa y Namibia, España entra en escena con esa aureola ya conocida de cierta incertidumbre, con muchas posibilidades de dar lo mejor de sí pero también con alguna de resucitar viejos fantasmas. Es tan amplia la gama de escenarios en cada partido y, por ende, en el campeonato, que el XV del León tendrá la ardua tarea de ir explorando y, si fuera posible, consolidando jornada tras jornada el modelo de juego que quiere. Puede ser, debería serlo, una continuación controlada de lo visto en noviembre, aunque debemos ser conscientes de que también ahora es el momento de permitirse algún error si con ello sorteamos desventajas en el futuro.

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