Me preocupa

Me preocupa todo lo que rodea al partido del domingo. Y mucho. Durante estos tres últimos días, no he podido casi pensar en otra cosa. Y claro, cuando piensas y se suman los días y los acontecimientos, no es fácil despreocuparse.

Me preocupa la imagen del rugby en general, aunque no tanto como cada particular que ha puesto este asunto en boca de todos. Por eso, me preocupa enormemente la tendencia que se está viendo de polarización, de los que solo ven la actuación del árbitro o de los que solo son capaces de señalar la reacción de los Leones.

Me preocupa, pues, que haya tenido que ocurrir todo esto para descubrir que Rugby Europe está dirigida por un tipo cuanto menos oscuro, con distintos intereses en varios negocios que me hacen preguntar si este señor ha podido llegar a ejercer correctamente sus funciones.

Me preocupa que se designase a un árbitro rumano para la última jornada y que Rugby Europe rechazase la queja formal de España para cambiarlo, por lo que pudiera ocurrir. Pero peor, que Vlad Iordachescu tirase por la borda los valores que son inherentes a este deporte, empezando por abrazar la sinvergonzonería y acabando con el menor detalle de, dicen, no asistir al tercer tiempo. Quizá pensase Vlad que podría haberse desintegrado si hubiera visto la luz. O quizá no tuvo el valor que se le presupone a un héroe nacional. Casi mejor, un plato menos de mal gusto en el menú.

Me preocupa enormemente la reacción que tuvieron los jugadores españoles al final del partido. Fue bochornosa, aunque humana. Nadie duda de que debería sancionarse la actitud que tuvo la selección, que tuvimos. No es propio de este deporte, y no podemos unirnos a los protagonistas rumanos en su afán de dinamitar los valores del rugby. Se avecina un castigo ejemplar, pero pocos podremos dejar de pensar en que es lo justo para reestablecer nuestra imagen y la de este deporte en nuestro país.

Me preocupa, por todo esto, el ánimo de la selección. La recuperación anímica no va a ser fácil. De tocar la gloria con los dedos, aupados por una inusual atención de los grandes medios generalistas, se ha pasado a la falta de luz en todos los sentidos, y eso afecta. Haber perdido el momento y la inercia es un golpe muy duro: nadie puede navegar bien si pierdes la corriente buena. Dicho de otra forma, hemos pasado prácticamente de imágenes de eternas sonrisas y euforia a ver una y otra vez lágrimas y frustración, en el aeropuerto, en la televisión, y lo que es peor, en el alma de nuestros Leones.

Me preocupa también, y mucho, cómo va afectar todo esto en la confección del equipo que tendrá que seguir persiguiendo el sueño. Con la mitad del conjunto bajo la lupa de las federaciones internacionales por su comportamiento al final del partido, algunos de los jugadores más emblemáticos podrían recibir castigos de, mínimo, doce partidos por cabeza. Eso, sumado a las negociaciones con los clubes de las distintas ligas francesas, hará que Santos no solo tenga que luchar contra los ánimos, sino también contra las convocatorias.

Me preocupa haber perdido la ilusión y la fe en este deporte, aunque solo fuera por un rato, pequeño pero suficiente como para aterrarme. No quiero que lo más emocionante que le ha ocurrido al rugby quince español en décadas pase de poder jugar otro Mundial a tener que estar viendo todo esto. Y por eso, yo voy a seguir soñando desde aquí, desde esta tribuna que es solo mi forma de ver las cosas ovaladas, y apoyando en el campo a este grupo que se merece mucho más que estar pendientes de fantasmas y vampiros que te absorben la energía, porque nosotros sí somos humanos y nos equivocamos, y por eso también nos sobrepondremos. Vamos Leones.

Un comentario en “Me preocupa

  1. Álvaro, absolutamente toda la razón, toda. Lo peor es lo que hemos perdido, lo de menos (para mi) las sanciones. Es el rugby, es la selección y somos todos y cada uno de los que queremos este deporte, los que ayudamos a las escuelas y a los clubes los que perdemos, y por supuesto los jugadores.

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