España-Rumanía, año I después de todo

Desde que en mayo del año pasado World Rugby saliese al quite con la infame decisión salomónica de apear tanto a España como a Rumanía de su carrera mundialista, el partido de este domingo frente a los Robles en Madrid (12:45, Central de la Universitaria) se fijó como el encuentro clave de esta temporada del Campeonato de Europa. Y como al final ya no había posibilidad de que ninguno de los dos equipos saliese vencedor de la bochornosa primavera a la que nos sometieron World Rugby y Rugby Europe, sin olvidar el papel de ambas federaciones locales (inutilidad de unos, menosprecio rastrero de los otros), el encuentro de este fin de semana llega para ofrecer esa dosis de bilis, más ya por fisiología que por necesidad porque, en el fondo, estamos igual de jodidos.

Hay gente que asegura que sin la desfachatez de Iordacescu en su arbitraje, por llamarlo de alguna manera, de aquel Bélgica-España, posiblemente impulsado por la dudosa mano de Octavian Morariu al frente del chiringuito que es Rugby Europe, nunca habríamos llegado al esperpento que se produjo. Sin embargo, y a pesar de la criticable actuación de los susodichos, no se debe olvidar que el tema de las alineaciones indebidas saltó por una denuncia interpuesta por Alemania por presunta, y posteriormente confirmada, alineación indebida a Bélgica, que aprovechó Rusia para acabar, de paso, con cualquier atisbo de que no fuera otra más que Rusia la que ocupase el puesto de Europa 1 de acceso directo al Mundial. Pero el imaginario colectivo es también soberano, porque para la mayoría de los aficionados españoles Iordacescu, Morariu y Petrache son unos sinvergüenzas, y para Petrache los jugadores españoles son unos “gamberros y unos bastardos”. Es normal que cada uno se cree sus villanos, como yo, como todos hemos hecho alguna vez. Sin embargo, dentro de cinco días, nos vemos abocados a dirimir nuestras miserias en un partido del Campeonato de Europa, uno más, como todos los años, aunque esta vez no vaya a ser uno cualquiera.

El partido del domingo no llega en el mejor momento para nadie, pues quizá deberían pasar cuatro o cinco años para que un España-Rumanía llegase en un tiempo más propicio. Sin embargo, nos ofrece una posibilidad muy buena para volver a centrarnos en lo deportivo, ya que ambas selecciones han tenido que reconvertirse y afrontar su particular catarsis tras todo lo acontecido. Tanto Rumanía como España llegan a la cita con una victoria y su derrota respectiva contra Georgia, aunque (y quizá porque esté más metido con lo nuestro, como es lógico) los Leones quizá tengan un punto más de optimismo, debido en gran parte a que parece que se ha mitigado el bache post traumático con una notable continuidad en el juego español, a pesar de que todavía se necesite tiempo para ensamblar las nuevas incorporaciones. Es, por tanto, una buena oportunidad para comprobar la realidad de España ante un rival siempre difícil y en un partido que, queramos o no, tendrá mucha más carga extradeportiva de lo habitual. Y quizá sean testigos de ello Feijoo y Petrache, de los que no tengo ni la menor idea si van a coincidir en el palco o si este último tendrá algo que hacer mejor que hacer.

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